MIRA A TU NIÑO

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Nuestra relación con el niño interior.

La etapa más importante en la vida de todo ser humano es la etapa de la niñez, paradójicamente, también es la etapa que siendo adultos elegimos olvidar, seguramente porque durante la niñez, ocurrieron eventos que nos dejaron absoluta y completamente vulnerables, sin saber expresar nuestro mundo emocional y sin saber qué hacer con todo eso que sentíamos. En la infancia somos seres vulnerables, dependientes y emocionalmente imposibilitados de expresar lo que sentimos.

Sin duda, la niñez nos marca para toda la vida, no solamente en nuestra adolescencia, sino también en nuestra edad adulta.  Las intervenciones terapéuticas, de cualquier corriente, indican que lo que ocurre en la niñez marca definitivamente cómo nos comportamos siendo adultos.

 Los niños requieren de sus cuidadores (padres, maestros.  Hermanos mayores o familiares), protección, cuidado y alimentación. No solamente nutrición o alimentación al cuerpo, sino también una nutrición emocional, algo que les permita integrar, de forma sana, los aspectos relacionados con el afecto, el amor, la ternura, entre otros. De allí que cuando somos adultos y nos encontramos en relaciones de pareja inestables, con relaciones narcisistas, relaciones de apego, relaciones de codependencia, relaciones que, en definitiva, refuerzan las creencias infantiles del poco amor “que merezco”. Resulta paradójico, que en la etapa adulta repetimos las vivencias de nuestra infancia con el fin de poder sanarlas. Para ello debemos sumergirnos en un profundo trabajo personal. Para evitar ser dependientes emocionales y ver la vida con los ojos de las heridas de nuestra infancia.

Cuando nacemos somos potencialmente buenos, el ambiente y las circunstancias, así como situaciones o eventos que pueden ocurrir durante los primeros 3 años de vida, marcan nuestro comportamiento con el entorno y con nosotros mismos. Durante la infancia muchas veces el niño es objeto de maltratos físicos, emocionales, falta de afecto y cuidados y falta de protección.

El niño solo necesita para su desarrollo emocional, sano, protección, alimentación y amor.  Para que un niño pueda sentir protección, debe conocer la sensación de unos brazos cálidos que lo reciban, una mirada y una voz que los hagan sentir único y especial. “aquí me siento seguro, puedo confiar”.

Las necesidades básicas del niño deben estar cubiertas, no se refiere solamente a su alimentación, que es lo más importante, sino la sensación de confort en un ambiente donde pueda dormir, con una ropa limpia. Cuando el niño llora, a cualquier hora, debe ser atendido, abrazado y alimentado, esto le permite sentirse cuidado. Por otra parte, la sensación de ser bienvenido, que es una fuente de alegría para sus padres y cuidadores, desarrolla en el infante una certeza de seguridad que lo acompaña toda la vida.

¿Qué hacer si hemos tenido una infancia compleja, en donde fuimos maltratados física y emocionalmente? ¿Qué elección ahora de adulto es la más conveniente para comenzar a recorrer la sanación de las heridas del niño?

¡¡¡Iniciar un recorrido de trabajo personal, en donde podrás descubrir desde el adulto que si puedes reescribir tu infancia y puedes mirar y sentir a ese niño interno como parte de ti y no como “algo” que me sabotea!!!

Aquí te dejo varias acciones que seguro te apoyaran en este hermoso recorrido de Mirar a tu niño.

  1. Reconcíliate con tus padres o cuidadores.

Esto viene de una comprensión somática de mirar la historia con los ojos del adulto y reconocer que tal vez tus padres o cuidadores también fueron heridos y no sabían como gestionar a un niño pequeño. Esto no justifica en ningún caso el maltrato o falta de cuidados, aunque la comprensión alivia.  Una frase que puedes trabajar en este punto es “Ahora sé que no podían”. “Dejo con ustedes su historia, agradezco y tomo la vida”

  • Reconcíliate con el niño que fuiste.

Muchas veces, cuando somos adultos, tratamos a nuestro niño peor de lo que nos trataron nuestros cuidadores, cuando el niño herido se manifiesta, en forma de rabieta, miedo, parálisis, celos, entre otros, nos maltratamos mas de lo que fuimos maltratados. ¡¡¡¡¡Es momento de hacerlo diferente!!!!! Inicia un diálogo respetuoso con tu niño, ofrécele como adulto lo que tus padres o cuidadores no le pudieron dar, ocúpate de tu niño interno, dale protección, alimentación y amor.

  • Reconcíliate con tu historia.

¡Da ese salto de ser una víctima de tus circunstancias al dueño de tu vida!!!!! Convierte tu historia en tu mejor recurso, llénate de gratitud: ¡¡¡¡¡Estás Vivo!!!!! Con eso basta y sobra para iniciar el camino de la transformación.

Y si sientes que es demasiado, busca ayuda.

Gracias por leerme.

Lic. Patricia Reina Gómez Sánchez

Directora Alma Raíces Instituto Madrid

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