El ser humano a través de su evolución ha dado respuestas certeras a esta interrogante, los grandes procesos de guerras, y sus devastadoras consecuencias, las experiencias aún marcadas en el inconsciente colectivo, como el holocausto, por mencionar una de las tantas experiencias traumáticas de la humanidad.

          El cerebro humano está preparado para la supervivencia, y desarrollar en los momentos de mayor complejidad mecanismos que le permiten tener respuestas ante el entorno. De allí que automáticamente nuestro cerebro social, inmediatamente busca adaptación para bajar los niveles de incertidumbre.

          Aunado a lo anterior, tal como sostiene Frankl, la dimensión espiritual del ser humano, que es capaz de expandirse y potenciarse a tal magnitud, con el uso de sus recursos internos, que en medio de las mismas circunstancias, hay personas que logran crear no sólo un mundo interior rico, sino grandes hallazgos para la humanidad. 

          La pandemia COVID-19, sin dudas trajo consigo un cambio no sólo en nuestras vidas personales, sino replantear las relaciones humanas del nuestro planeta. ¿quién estaba preparado para esta experiencia?, nos abordó y transformó, nuestra cotidianidad y también ha sido una oportunidad para replantear la vida, el propósito y lo que se aspira en esta experiencia terrenal. Esto no es poca cosa, aunque se lee rápido.

          Tal como sostiene el existencialista Karl Jaspers, el ser humano logra hacer conciencia de sí mismo, cuando experimenta el dolor, sufrimiento o el mal. Que en la vida transcurren las llamadas “situaciones límites”, experiencias de fracasos, que conducen a la persona a una ruptura del hilo de su vida, y que llevan inexorablemente a la caída del vacío, ante la muerte, el sufrimiento, la lucha y la culpa.

Desde la mirada de Jaspers el ser humano pulsa hacia la trascendencia, la necesidad de tener una comunicación total con Dios, con la totalidad, el destino espiritual, como un medio para calmar la angustia de la finitud. Desde mi proceso personal, mi espiritualidad y esa posibilidad de estar vinculada con el todo, ha sido una herramienta, o forma de encontrar paz, refugio e inclusive amor en los momentos de mayor dolor, angustias, vacío y también crear para estar para el otro.

La vida se te pudo transformar y tú crisis quizás sea la más dolorosa, hacer de esta experiencia un recurso para dar a la vida, es un gran reto que se puede cumplir. Te invito a seguir viviendo y potenciar tu luz.

Saulibeth Rivas

Co-creadora de Neurobienestar

Una humana, más humana