El oficio de constelar: una mirada ética desde el alma.
Patricia Gómez Sánchez
Tiempo de lectura: 6 minutos.
Hace más de veinte años elegí dedicarme al arte profundo de constelar. No fue una decisión casual, sino una llamada del alma. Desde entonces, he acompañado a cientos de personas en sus procesos de sanación, he formado a más de 600 Consteladores Familiares guiada por los principios del maestro Bert Hellinger. Hellinger es el mayor exponente de esta técnica, en lo personal me certifique en la Hellinger Sciencia, escuela que honra la esencia original de su legado, desde entonces observo con respeto los principios del maestro.
Constelar no es simplemente una técnica terapéutica. Es un oficio sagrado que nos invita a mirar más allá de lo visible, a reconocer las dinámicas ocultas que operan en los sistemas familiares, y a devolver el orden donde ha habido desorden, exclusión o dolor. Requiere de una comprensión profunda de la propia historia, personal y familiar, y como en cualquier otro estudio, es necesario que el constelador se someta a un riguroso trabajo personal constante.
Constelar no es una sesión espiritista ni obedece a principios mágicos/religiosos, no se trata de una practica ritualista y dista mucho de la adivinación.
Hay dos aspectos muy interesantes a observar: en primer lugar la preparación del maestro Bert Hellinger, en la terapia familiar sistémica, con los componentes psicológicos que ello conlleva, en este sentido, las Constelaciones realizan una representación de lo que está ocurriendo en el inconsciente del consultando relacionado con un tema especifico y de allí, obtiene una mirada mas amplia que le permite abordar el problema de una manera distinta.
Por otra parte, las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger trabajan en un campo fenomenológico en donde no hay juicio y tampoco intención, un Constelador observa lo que surge y desde allí aparece el próximo movimiento. el constelador debe actuar con humildad, sin querer salvar, sin juzgar, sin intervenir desde el ego.
La ética del constelador se basa en el respeto profundo por el sistema del cliente, en la neutralidad amorosa, y en la capacidad de sostener sin manipular.
El constelador no impone soluciones, no interpreta desde su historia personal, no busca protagonismo. Su tarea es facilitar el movimiento del alma, confiando en que el campo revela lo que necesita ser visto.
Un libro indispensable.
Felicidad Dual: Comprender desde lo sistémico y lo ético.
El libro Felicidad Dual, de Gunthard Weber, recoge con sensibilidad la esencia de la psicoterapia sistémica. Weber nos recuerda que muchas veces, por amor ciego, cargamos con destinos que no nos pertenecen. Esa felicidad dual es la paradoja de pertenecer a costa del sufrimiento.
Desde una mirada ética, constelar implica ayudar al cliente a ver esas lealtades ocultas sin romperlas bruscamente, sino honrándolas y transformándolas.
El movimiento hacia la vida, con responsabilidad
Cada constelación es un acto de responsabilidad. No sólo del cliente, sino también del constelador. Porque al abrir el campo, se abre el alma. Y eso exige cuidado, presencia, y una profunda reverencia por lo que emerge.
Como Consteladora, mi tarea no es intervenir, sino facilitar. No es sanar, sino acompañar. No es saber, sino escuchar. Y sobre todo, es actuar desde la ética, sabiendo que cada alma tiene su propio ritmo, su propio tiempo, su propio destino.
Un oficio que transforma desde el respeto.
Ser Consteladora es estar al servicio de algo más grande. Es confiar en el campo, en la sabiduría que emerge cuando se respeta el orden y se honra la historia. Es sostener el espacio con humildad, sin querer salvar a nadie, sabiendo que cada alma tiene su camino.
Después de dos décadas en este oficio, sigo asombrándome ante la profundidad de cada constelación. Porque cada historia es única, pero todas comparten el anhelo de paz, de pertenencia, de amor.
Y como decía Hellinger:
“El amor necesita orden. Sin orden, el amor no puede crecer.” Y yo agregaría: “Sin ética, el constelador no puede servir.”